Sin resentimientos
Cuando entablamos una discusión con nuestra pareja, salen a relucir
cosas que no nos gustaría escuchar, ni siquiera nos gusta decirlas,
pero cuando estamos ya acalorados, en general, no medimos las palabras y
quizás herimos sin querer. Después de la discusión
perdonamos pero... es muy común que nos vayamos a dormir con ese
gustito amargo que nos provoca quedarnos con cosas adentro, sin resolver.
La cuestión es saber si realmente perdonamos o si guardamos la factura
para pasarla en otro momento. Es muy común que en otra discusión,
ya pasado un tiempo, se vuelvan a sacar a relucir asuntos anteriores. Es
muy difícil morderte la lengua cuando los defectos se repiten y tienes
la oportunidad de pasar las facturas nuevamente, pero lo importante en estos
momentos es recordar que lo que fue una vez perdonado ya no se puede usar
en provecho de otra situación, si decidiste perdonar, no vuelvas
a poner el pasado entre medio de la pareja, concéntrate en seguir
adelante y en mejorar lo que tienes hoy.
Aceptar al otro tal como es
La primera consigna, si de convivencia se trata, es: aceptar al otro tal
cual es.
Recordad que somos nosotros mismos los que elegimos a la persona con quien
queremos pasar el resto de nuestra vida. Es muy importante aprender a aceptar
que somos distintos y que no podemos forzar a la otra persona a que piense
y actúe como a nosotros nos gustaría, cada persona viene con
una carga cultural muy fuerte que hace que las costumbres y los hábitos
sean, a veces, muy distintos. Esto se acentúa en la convivencia ya
que nos lo recuerdan a diario sus prácticas para nosotros "equivocadas",
esto no es así, escuchar a nuestra pareja y comprender sus motivos
es esencial para una vida en armonía. A veces no estamos de humor
para escuchar y nos encerramos en nuestros problemas sin prestar atención
a las quejas del otro. Estas situaciones generan tensiones y molestias que
sólo serán resueltas cuando estemos dispuestos a escuchar
y apoyar a nuestra pareja cuando sea necesario.
Personalidad y temperamento
Muchos de los problemas y discusiones que tenemos en la vida son
causados por la diferencia de personalidades y/ o temperamentos. Quizás
a ti te guste compartir lo que te ha pasado durante el día cuando
llegas del trabajo, pero tu cónyuge necesita tiempo para estar a
solas mientras se pone cómodo y pueda entablar una conversación.
No hay que tomarlo como agresión, porque no es personal, dale un
poco de tiempo, espacio y vuelve a intentar reestablecer la conversación.
Causas Inesperadas
Otras diferencias podrán surgir por causas inesperadas, por ejemplo
el ritmo de tu reloj interno. Existen personas diurnas que saltan con ánimo
de la cama al amanecer y se les hace difícil mantenerse despiertos
cuando comienza la noche. En cambio, las personas nocturnas comienzan bien
sus funciones después de mediodía y se empiezan a acelerar
mientras el día pasa y mantienen sus fuerzas hasta media noche.
Antecedentes familiares
Otro motivo que causa las diferencias entre parejas se origina en los antecedentes
familiares, los cuales se arrastran en el matrimonio, lo que tu aprendes
de tus padres, maestros y amigos se convierte en una parte del modo en que
piensas. Hace una o dos generaciones los esposos y las esposas generalmente
compartían antecedentes similares y por lo tanto, ideas y valores
similares. Hoy en día, los jóvenes ponen a un lado los límites
religiosos, económicos y culturales, ¿el resultado? Un número
creciente de parejas en las que sus diferencias se intensifican por sus
diferentes historias familiares.
Diferencias clásicas
- Una esposa que proviene de una familia muy religiosa se enfada cuando
su esposo, (el cual creció en una familia que no le inculcó
ninguna religión), no quiere ir a misa con ella cada semana.
- Un hombre, el cual tiene padres muy cuidadosos en los gastos, no puede
entender porque su esposa que proviene de una familia acomodada, no piensa
en ahorrar y es tan impulsiva para comprar.
- Una mujer que creció en una familia en donde los conflictos eran
ignorados para evitar discusiones, siente que su matrimonio está
amenazado cada vez que su marido, (el cual creció en donde sus padres
saboreaban una buena pelea, ya que esto aclaraba el aire), quiere discutir
algo con ella. Algunas veces las parejas se deslumbran por el resplandor
del romance en donde pueden ver algunas cosas similares las cuales realmente
no existen.
Resolviendo las diferencias
Algunas parejas se sienten impotentes con sus diferencias, por eso los recién
casados necesitan saber que ellos no son un signo de discordia u hostilidad
deliberada. Existe una gran cantidad de modos para resolver diferencias,
y con mucha frecuencia éstas puedan hacer un matrimonio más
fuerte y más unido.
- Desarrolla la habilidad de "conciliar los puntos de vista".
El primer paso es darse cuenta que tú y tu pareja tenéis derechos
iguales para opinar. Expresar vuestras diferencias es más que un
mero compromiso, es un esfuerzo para encontrar un punto medio entre dos
posturas. Esto es con el propósito de encontrar lo mejor de ambos
y combinarlo.
- Trata de tomar otro camino para resolver las diferencias. Cambiad de papeles
sobre algún tema en donde tú y tu pareja no estéis
de acuerdo, tomando y discutiendo desde el otro punto de vista, esto realmente
sirve, ya que no podrás expresar la opinión de la otra persona
sin lograr algún entendimiento del porqué él o ella
se siente de cierta manera.
- Reconoce cuando alguno de vosotros repita las actitudes paternas o maternas.
Esto significa un gran autoconocimiento para saber qué actitudes
son de vosotros mismos y cuáles son las que proceden del ambiente
familiar. Podréis establecer una palabra código que os podrá
alertar cuando os deis cuenta que estáis cayendo en estas acciones.
- Aprende a tolerar o ignorar las diferencias menores que no afectan a largo
plazo. Lo bien que pueda funcionar un matrimonio depende en gran parte de
la habilidad de la pareja en manejar el arte de doblegarse con gracia; la
idea de que uno trata de ganar cada discusión sin importar lo pequeña
que sea, es sólo una ilusión. Discutir habitualmente basados
en el ganar o perder es el modo menos efectivo de resolver las diferencias.
- Trata de hacer un poco de empatía. La habilidad de ponerse en los
zapatos de la otra persona podrá resolver muchas diferencias.
- Concéntrate en las cosas que están de acuerdo en lugar de
concentrarte en sus diferencias. Las parejas están muy enfocadas
en las causas que los separa, en vez de enfocarse en lo que las une y con
frecuencia pasan por alto o dan por hecho las similitudes en cuanto a gusto
o temperamento.