El lenguaje de internet: barrera contra nuevos usuarios |
Pongámonos
por un momento en la mente de un aprendiz de Internet –suele
coincidir que también es principiante en el uso de los ordenadores-
que, para más dificultad, no tiene conocimientos de inglés.
Inicialmente, su mente analizará todas las operaciones en los
términos en que está acostumbrado a hacerlo en la vida
real. Su estructura mental no podrá acostumbrarse a la forma
de trabajar de un ordenador hasta que no haya aprendido a descifrar
ciertos códigos que le ayuden a entender su mecanismo básico
de funcionamiento. El problema se presenta cuando, para enseñarle
estos códigos, se utilizan, a su vez, palabras de otro código
desconocido para la persona, como es un idioma extranjero o una jerga.
En este punto, y puesto que deberá hacer frente de forma simultánea
a dos lenguajes que no entiende, es muy posible –y comprensible-
que pierda el entusiasmo y termine por abandonar el aprendizaje, máxime
cuando se trata de una actividad que no ha sido imprescindible en
su vida hasta ese momento.
La apertura de las magníficas posibilidades que ofrece Internet al mayor número posible de personas no es un regalo de quienes ya lo usamos hacia ellas, sino que es nuestra obligación y una necesidad para el desarrollo global de la Red, además de un beneficio, directo o indirecto, para todas las empresas o particulares que de alguna manera estamos relacionados con este sector. El fomento del uso de Internet ha de pasar por un ejercicio de adaptación del lenguaje utilizado a la realidad de aquéllos que se inician, dejando de lado esa suerte de competición por usar las palabras que suenan como más novedosas. Esto significa que tenemos que acostumbrarnos a hacer un esfuerzo diario por adaptar a nuestro lenguaje esas expresiones de otros idiomas que quizá, en principio, pensamos que definen mejor una actividad, aunque ni siquiera nos hayamos parado a pensar cómo lo diríamos en palabras llanas en nuestra lengua. Si somos capaces de llevar a cabo esta sencilla práctica y así allanar, en parte, el camino a todas aquellas personas que desean incorporarse al mundo de Internet, conseguiremos recudir en gran medida la distancia de incomprensión creciente entre internautas y no internautas en su manera de ver el mundo, de disfrutar de su ocio, de trabajar, de organizar sus días, de relacionarse con los demás, de interactuar y, al fin y al cabo, de vivir. Por Conzalo Iruzubieta |
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