Esta sugestiva ruta nos adentrará en el corazón del Reino de los Mallos, expresión válida en doble sentido, literal y literario. Literal, porque a finales del siglo xi efectivamente existió aquí un reino, fruto de la dote que el monarca Pedro I de Aragón entregara a su segunda esposa, doña Berta, en 1097. El sentido literario de la expresión lo comprobaremos hoy en nuestro recorrido, donde los Mallos, auténticos acantilados verticales de conglomerado, son los reyes de esta área cuyo espacio aéreo es surcado incansablemente por diversas especies de aves rapaces.
AYERBE
Villa asentada al pie de una colina coronada por la ermita de San Miguel
y los restos del castillo árabe de Los Muros.
Una peculiaridad de esta villa: la iglesia no tiene torre campanario,
así que las horas las dan las campanas de otra torre, la románica
de San Pedro, pero para ver la hora hay que mirarla en el reloj de la
torre exenta del siglo xvm, situada en pleno centro, frente al palacio
de los Marqueses de Urriés. Otros dos aspectos relevantes de esta
localidad son su afamada repostería y el hecho de que aquí
vivió su infancia el científico Premio Nobel Santiago Ramón
y Cajal; su casa es hoy un interesante centro de interpretación
de su vida y de su obra.
RIGLOS
Aunque los Mallos de Riglos son espectaculares ya conforme nos acercamos,
llegaremos al pueblo mismo, sencillo y apacible, emplazado en la ladera
entre esas moles pétreas y el discurrir del río Gállego.
No dejaremos pasar la oportunidad de pasear a pie de mallos. Estas formaciones
geológicas, que alcanzan los 300 metros de altura en vertical,
son conglomerados calizos del Terciario remodelados por agua, lluvia y
viento durante miles de años, constituyendo un fenómeno
único en Europa. Su color rojizo, debido al predominio de arcillas
y mineral de hierro, incrementa todavía la espectacularidad del
paisaje, especialmente al atardecer. Estamos en un paraíso de escaladores
y en un medio rupícola por excelencia: las múltiples oquedades
de estas rocas son refugio ideal para gran variedad de rapaces protegidas
que nos maravillarán con su vuelo.
Por otro lado, visitaremos también la ermita románica de
San Martín, a la entrada del pueblo, ricamente decorada.
AGÜERO
Pueblecito pintoresco y encantador, lleno de tipismo, que se encuentra
un tanto escondido. Para acceder a él habremos de adentrarnos en
su frondoso monte a lo largo de una carretera bastante sinuosa para, de
manera súbita tras una curva, aparecérsenos Agüero
en una estampa de gran riqueza plástica, con sus mallos como telón
de fondo sobrevolados por los buitres. Además de la gran riqueza
natu¬ral de esta localidad, podremos admirar dos templos románicos
de indudable valor histórico-artístico: la parroquial de
El Salvador, en pleno centro del pueblo, que acoge un interesante Museo
del Órgano; y la ermita de Santiago, a un kilómetro, cuya
belleza e importancia la han elevado a la categoría de Monumento
Nacional.
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