Según las Actas griegas, el «texto normal» aceptado por la Iglesia, San Jorge de Capadocia nació en Sebastopolis, Armenia (antigua región de Capadocia, en el Asia Menor), durante el reinado del emperador romano Aureliano (270-275 de nuestra era).
Cuando estalló la gran persecución contra los cristianos,
en el año 302, distribuyó su riqueza entre los pobres y
declaró su fe ante el emperador. Al negarse a sacrificar a los
dioses paganos fue torturado y condenado a muerte.
Su martirio, probablemente, tuvo lugar en el año 303 en Diospolis,
Lydda, Palestina (actual Lod, Israel).
Su desconocida biografía fue objeto de figuraciones legendarias que lo presentan como el ideal de caballero cristiano, héroe de la fe, un gran soldado que obró milagros y logró multitud de conversiones, entre ellas las de la propia emperatriz Alejandra. Las más increíbles hazañas se vincularon a su persona. Algunos portentos de los que se le hizo protagonista se remontaban a mitos muy antiguos.
A fines del primer milenio, al parecer, se forjó la leyenda de su combate con un terrible dragón para liberar a una bella doncella. Este santo, llamado «el megalomártir» (el gran mártir), fue venerado desde el siglo IV. Su devoción fue inicialmente asiática. Su culto se extendió rápidamente por Oriente Medio y más tarde por todo el occidente cristiano. Durante los siglos XII y XIII, gracias a las cruzadas, se hizo extraordinariamente popular.
San Jorge y Aragón
Los reyes aragoneses de los siglos XIII y XIV fueron muy devotos de este
santo épico, real o imaginario, declarado patrono de los guerreros
y caballeros cristianos. La figura épica del santo se relacionó
con la batalla de Alcoraz (Huesca) de 1096, en el curso de la cual, montado
a caballo, habría ayudado al ejército del rey Pedro I frente
a las tropas del Islam del reino de Zaragoza, que ocupaban la ciudad desde
el inicio de la dominación musulmana.
A partir de ahí San Jorge adquiere un gran valor simbólico:
el poderoso jinete armado era un ser celestial que apoyaba la causa aragonesa
y daba sentido trascendente a la lucha armada, incardinándose persistentemente
en las creencias y devociones de aquellas gentes, formando parte de su
incipiente identidad cultural.
En 1201 Pedro II fundó la Orden militar de San Jorge de Alfama en un castillo cercano a Tortosa. Jaime I apoyó la fundación de cofradías bajo la advocación del santo, como las erigidas en Huesca y Teruel en la primera mitad del siglo XIII. El mismo rey conquistador, en su Crónica, asegura que San Jorge, «caballero blanco con armas blancas», ayudando a los ejércitos aragoneses, había sido visto por cristianos y moros en varias batallas. La crónica de Pedro IV el Ceremonioso cita que san Jorge «fue siempre y es abogado de las batallas de la casa de Aragón».
San Jorge patrón de Aragón
Aunque
no se dio una disposición canónica al respecto puede afirmarse
que san Jorge ha sido formalmente patrono de Aragón desde la Edad
Media.
Desde principios del siglo XV, al menos, la catedral y el Concejo de Huesca
vienen celebrando su fiesta con solemnidad litúrgica y procesión
a la ermita del santo, sita en El Pueyo de Sancho.
Su fiesta litúrgica se celebra el 23 de abril, tanto en
los calendarios orientales como en el romano y en el hispano-mozárabe.
La fecha conmemora la del martirio del santo, el octavo día antes
de las calendas de mayo.
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